El 28 de agosto de 1974 comenzó a funcionar en las instalaciones de la Escuela Primaria Nº 132 el Centro de Bachillerato Libre para Adultos Nº 143 de la ciudad de Villa Gdor. Gálvez, como consecuencia de la Ley Nº 7100/74, con carácter experimental, impartiendo enseñanza para alumnos mayores de 21 años, que luego se modificó para alcanzar a los mayores de 18 años.
Los cursos tenían una duración de dos años y se otorgaba el título de Bachiller con validez nacional.
La escuela que funciona en la ciudad es una institución educativa histórica que nació hace 35 años junto con la puesta en marcha de la modalidad EEMPA, sobreviviendo a épocas en las que un gran número de establecimientos fueron cerrados.
En cuanto a la significación social, puede decirse que el objetivo era llevar a cabo una democratización y popularización de la enseñanza, necesaria para integrar sectores sociales postergados, tomando en cuenta a los que no estudiaron y también a los que desertaron.
A partir de 1980, por decreto Nº 369/80 se convierte en la EEMPA Nº 1143, que es la denominación vigente, otorgándose el título de Bachiller con tres años de duración. Si bien cuenta con su correspondiente numeración, Lucía Salinas, directora del establecimiento, cuenta que “el sueño es bucear en la comunidad para ponerle un nombre” aunque considera que existe una identidad propia “porque es la EEMPA «Villa Gdor. Gálvez»”, quedándole como sello el nombre de la ciudad”.
El 5 de agosto de 2005 nació del seno de Villa Gdor. Gálvez un anexo en Pueblo Esther, que permitió brindar servicios educativos a los habitantes de esta localidad que se encontraban imposibilitados a culminar sus estudios.
“Dada la importancia de estas escuelas, hemos conseguido que el 5 de agosto de este año se independizara, pasando a ser una EEMPA más”, comentó la directora.
Una propuesta diferente que abre oportunidades
Esta modalidad de enseñanza es una oportunidad para que muchas personas puedan finalizar sus estudios. En el caso de la escuela que funciona en Villa Gdor. Gálvez, se dictan 10 cursos con alrededor de 400 alumnos, egresando cada año entre 100 y 110 personas.
Este año egresará la trigésima tercera promoción, demostrando que cuando existe voluntad de lucha, convicciones claras acerca de lo que se quiere lograr, se pueden atravesar los caminos más difíciles y romper las barreras infranqueables para apropiarse de un sueño: La educación.
La enseñanza que se imparte en la EEMPA se caracteriza por seguir un proceso específico para jóvenes y adultos, no es un “parche” ni una “adaptación” a la escuela media común, ni trata de compensar un fracaso escolar anterior.
La directora de la escuela comentó que “la gente muchas veces cree que le vamos a agregar un poquito de lo que le falta, o que lo que se da acá es light porque se da más rápido, pero en realidad no es así”.
La EEMPA constituye una propuesta pedagógica diferente a la educación impartida por la escuela diurna, adaptada y dirigida a otro tipo de alumno, donde se trabaja totalmente distinto. Si bien tiene una duración de tres años, la intensidad es mayor a la escuela media; “todo el bagaje cultural, lo conocimientos previos, la experiencia de vida que tiene un joven, un adulto, posibilita otro abordaje intensivo”, explica Salinas.
El alumnado se caracteriza por la diversidad etaria en la que conviven perfectamente adolescentes y adultos, porque comparten intereses basados en la convicción de querer obtener su título secundario. En el caso de los adolescentes, no sólo se encuentran ante la situación de haber fracasado en la escuela media; muchos de los alumnos se enfrentaron ante la situación de estar obligados a terminar en horario nocturno para poder trabajar.
Frente a estas situaciones, la EEMPA no es un “parche”; todo lo contrario, es una propuesta diferente que contempla necesidades, intereses, experiencias y expectativas del alumno adulto.
Sueños por cumplir
La gran meta de la EEMPA es conseguir un edificio o terreno propio que les posibilite brindar servicios complementarios, como es una primaria para adultos que funcione en turno diurno. Sería un edificio destinado a la educación de jóvenes y adultos en distintos horarios.
Ese es el camino iniciado y hacia dónde se dirigen para poder concretar uno de los grandes anhelos de la institución.
Los cursos tenían una duración de dos años y se otorgaba el título de Bachiller con validez nacional.
La escuela que funciona en la ciudad es una institución educativa histórica que nació hace 35 años junto con la puesta en marcha de la modalidad EEMPA, sobreviviendo a épocas en las que un gran número de establecimientos fueron cerrados.
En cuanto a la significación social, puede decirse que el objetivo era llevar a cabo una democratización y popularización de la enseñanza, necesaria para integrar sectores sociales postergados, tomando en cuenta a los que no estudiaron y también a los que desertaron.
A partir de 1980, por decreto Nº 369/80 se convierte en la EEMPA Nº 1143, que es la denominación vigente, otorgándose el título de Bachiller con tres años de duración. Si bien cuenta con su correspondiente numeración, Lucía Salinas, directora del establecimiento, cuenta que “el sueño es bucear en la comunidad para ponerle un nombre” aunque considera que existe una identidad propia “porque es la EEMPA «Villa Gdor. Gálvez»”, quedándole como sello el nombre de la ciudad”.
El 5 de agosto de 2005 nació del seno de Villa Gdor. Gálvez un anexo en Pueblo Esther, que permitió brindar servicios educativos a los habitantes de esta localidad que se encontraban imposibilitados a culminar sus estudios.
“Dada la importancia de estas escuelas, hemos conseguido que el 5 de agosto de este año se independizara, pasando a ser una EEMPA más”, comentó la directora.
Una propuesta diferente que abre oportunidades
Esta modalidad de enseñanza es una oportunidad para que muchas personas puedan finalizar sus estudios. En el caso de la escuela que funciona en Villa Gdor. Gálvez, se dictan 10 cursos con alrededor de 400 alumnos, egresando cada año entre 100 y 110 personas.
Este año egresará la trigésima tercera promoción, demostrando que cuando existe voluntad de lucha, convicciones claras acerca de lo que se quiere lograr, se pueden atravesar los caminos más difíciles y romper las barreras infranqueables para apropiarse de un sueño: La educación.
La enseñanza que se imparte en la EEMPA se caracteriza por seguir un proceso específico para jóvenes y adultos, no es un “parche” ni una “adaptación” a la escuela media común, ni trata de compensar un fracaso escolar anterior.
La directora de la escuela comentó que “la gente muchas veces cree que le vamos a agregar un poquito de lo que le falta, o que lo que se da acá es light porque se da más rápido, pero en realidad no es así”.
La EEMPA constituye una propuesta pedagógica diferente a la educación impartida por la escuela diurna, adaptada y dirigida a otro tipo de alumno, donde se trabaja totalmente distinto. Si bien tiene una duración de tres años, la intensidad es mayor a la escuela media; “todo el bagaje cultural, lo conocimientos previos, la experiencia de vida que tiene un joven, un adulto, posibilita otro abordaje intensivo”, explica Salinas.
El alumnado se caracteriza por la diversidad etaria en la que conviven perfectamente adolescentes y adultos, porque comparten intereses basados en la convicción de querer obtener su título secundario. En el caso de los adolescentes, no sólo se encuentran ante la situación de haber fracasado en la escuela media; muchos de los alumnos se enfrentaron ante la situación de estar obligados a terminar en horario nocturno para poder trabajar.
Frente a estas situaciones, la EEMPA no es un “parche”; todo lo contrario, es una propuesta diferente que contempla necesidades, intereses, experiencias y expectativas del alumno adulto.
Sueños por cumplir
La gran meta de la EEMPA es conseguir un edificio o terreno propio que les posibilite brindar servicios complementarios, como es una primaria para adultos que funcione en turno diurno. Sería un edificio destinado a la educación de jóvenes y adultos en distintos horarios.
Ese es el camino iniciado y hacia dónde se dirigen para poder concretar uno de los grandes anhelos de la institución.
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