A toda la comunidad: Los docentes de la E.E.M. Nº 515 queremos expresar nuestro descontento, nuestra decepción, nuestra tristeza y nuestra profunda indignación, ante los resultados negativos que implicó y está implicando el CONCURSO DE TITULARIZACIÓN DE NIVEL SECUNDARIO. Todos sabemos que la necesidad de un concurso era imperiosa, ya que no se concursaba por cargos ni horas cátedra desde el año 1999, y quienes titularizaron en el año 2001 lo hicieron de manera directa (sin concurso) a través de la ley Nº 11.934, más conocida como «Ley Rébola». Sin embargo, las expectativas de lograr estabilidad laboral después de años de trabajo, se derrumbó para muchos. Y muchos en este caso no es un número indefinido, no es «unos pocos» o «unos cuantos»: más de 2000 profesores nos vemos perjudicados con los resultados de este concurso. De acuerdo con una nota en relación al tema del concurso, publicada en Notiexpress con fecha 9-2-11, la Ministra de Educación Élida Rasino dijo: «Un concurso supone una cantidad de vacantes y establecer determinados criterios en cuanto a los requerimientos para acceder a esos puestos. Acá se computaron tres cosas: antigüedad, título y pertenencia, y hubo que competir. Los que reunieron esos requisitos podrán lograr un cargo y aquellos que no, deberán entender que esta no es su oportunidad y será la próxima». Las palabras de la Ministra parecen estar en lo correcto. Pero el descontento y la indignación de los que hablábamos al principio, surgen de la injusticia. Y la injusticia surge a su vez, principalmente, por cuatro puntos cruciales que cita la Ministra: 1º: El título: cuando un docente se inscribe para Interinatos y Suplencias, el escalafón ordena a los inscriptos de acuerdo con el puntaje que cada uno tiene, ordenando a su vez este criterio por uno que encuadra a los inscriptos de acuerdo con el título acreditado por cada uno, esto es: 1ro) Título docente específico (es decir, Profesor de… la materia a la que se inscribe), 2do.) Título habilitante, y 3ro) Título Supletorio. En este concurso, TODOS estamos en un escalafón único que no diferencia la titulación. Por lo tanto, si bien el título competente (el de profesor) vale más que el habilitante o el supletorio, esta diferencia se ve arrasada cuando alguien SIN TÍTULO COMPETENTE pero con un poco más de antigüedad queda escalafonado en mejores lugares que quien hizo una carrera terciaria o universitaria especializándose en una disciplina específica. Conclusión: titulariza quien no posee título competente. Esta es la situación en la que se encontraron las profesoras de inglés que cursaron en los profesorados como corresponde durante 4 años sin mencionar los años anteriores que cursaron en institutos privados ya que el nivel requerido tiene que ser elevado. Una vez recibidas muchas eligieron trabajar en escuelas oficiales. Con este concurso se privilegió a aquellas personas que no poseían ni siquiera un título supletorio y aquellas docentes con título quedaron mucho más atrás en los escalafones y sin trabajo. También es el caso de las profesoras de Lengua y Literatura, que se vieron desplazadas por maestras de nivel primario, no sólo en horas de 1er y 2do año (tal como se lo permitió la Ley Federal) sino que también titularizaron para estar frente a 3ros, 4tos y 5tos años. Es evidente que el título competente, no sólo debe ser prioritario para que no quede desplazado un profesor, sino también porque es lo que garantiza la calidad educativa. - La pertenencia: Se le dio un puntaje de 0,02 milésimas por día de antigüedad. El criterio por el cual se establecen milésimas para algo tan importante como la pertenencia a la institución, donde cada docente se desempeña, es totalmente arbitrario y cae de maduro que con un puntaje tan insignificante no se logra que alguien que trabaja, supongamos, hace diez años en una escuela pueda quedar mejor ubicado –en esa escuela, claro- que alguien que jamás trabajó en ese lugar, pero que tiene un poco más de antigüedad. Conclusión: el docente que pertenece a la escuela porque allí trabaja desde hace diez años, queda desplazado. - La antigüedad: Sumada al título y a la pertenencia, debía ser un elemento crucial en la calidad reparadora de este concurso. Pero si a lo ya explicado en los ítems anteriores le sumamos que la antigüedad fue, en muchísimos casos, mal computada, obtenemos, por tercera vez, un docente desplazado injustamente. - Las vacantes: Parece ser que las vacantes en este concurso se convirtieron en «volantes». Pero no es gracioso: «desparecieron» literal y misteriosamente, vacantes presentadas en tiempo y forma, por lo tanto docentes que tenían la oportunidad de titularizar y de hecho lo tenían previsto, se encontraron con que esas horas no se ofrecían, no estaban en el sistema y nadie pudo, supo o quiso explicar por qué. Cuarta vez: otro docente desplazado. Como si con esto no fuera suficiente para justificar nuestra decepción y nuestra indignación, queremos agregar algunas cosas: - El Ministerio no respondió a numerosos reclamos presentados por docentes en tiempo y forma, antes de la publicación del -desastroso- escalafón definitivo, que se prestó a graves errores de interpretación. - Se ofrecieron dos cargos al mismo tiempo a un mismo concursante cuando no se puede tomar más de uno. El problema de ofrecer dos cargos tiene que ver con la incompatibilidad horaria, por ejemplo: no se puede salir de una escuela a las 13 y entrar a las 13 en otra. Además provocó que otros concursantes tengan menos posibilidades de acceder a un cargo. - Las bases del concurso especificaban que ningún docente podía titularizar en más de tres escuelas del nivel. Esto incluía a aquel docente que tuviera horas titulares en escuelas privadas, es decir: tengo x horas en UNA escuela privada, puedo titularizar en NO MÁS de dos escuelas (públicas). Sin embargo, ya iniciada la titularización se dio a conocer que las escuelas privadas NO SE CONTABAN al momento de titularizar, lo que acarreó otra desigualdad de oportunidades. Repetimos: el concurso era total y absolutamente necesario, pero las ambigüedades en las bases, los criterios parciales, los reclamos no respondidos y las irregularidades cometidas durante la titularización, transformaron a un concurso que debía ser de reparación histórica en un concurso de injusticia histórica. Docentes de la Escuela Nº 515
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